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Dirección del PP en Madrid sentencia a Mazón

Génova evalúa alternativas pero descarta cambios inmediatos en la Generalitat Valenciana para no debilitar su posición electoral

Las recientes protestas en Valencia, que han demandado la dimisión de Carlos Mazón por su manejo de la crisis de la DANA, han generado un clima de presión sobre el gobierno autonómico del Partido Popular. A pesar de las críticas, el partido dirigido por Alberto Núñez Feijóo considera que no es el momento de cambiar de líder, debido al impacto electoral que tendría esta decisión.

El PP prefiere centrarse en ofrecer apoyo a los afectados y evitar que la situación dañe su posición política. Sin embargo, no se descarta una futura “voladura controlada” si la situación no mejora, ya que el partido es consciente del malestar social y de los errores cometidos en la respuesta inicial a la emergencia.

Según fuentes cercanas a Génova, cualquier cambio tendría que contar con el apoyo de Vox, algo que no es viable en este momento, lo cual deja a Mazón en su puesto por ahora.

El difícil panorama de Mazón y las alternativas del PP para manejar la crisis

La dirección del PP ha reconocido que Mazón enfrenta una situación complicada, pero cree que sustituirlo sin consenso interno supondría una pérdida importante en el territorio. Algunas voces internas apuntan a la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, como posible sucesora, aunque anticipan que un cambio apresurado podría significar un golpe electoral devastador para el partido en Valencia y el resto de España.

Génova y el equipo valenciano parecen estar alineados en la idea de resistir las críticas mientras buscan soluciones que eviten un desgaste mayor. Este hecho ha incrementado la indignación pública y ha colocado al PP en una posición delicada ante la opinión pública. Los líderes del partido entienden que una reacción prematura podría dejar al partido en una situación de desventaja frente a sus rivales políticos.

La estrategia del PP para afrontar la crisis sin ceder el liderazgo en Valencia

El PP se enfrenta a una crisis interna y de imagen que lo ha llevado a evaluar cuidadosamente cada paso en esta situación. La estrategia principal se centra en mantener a Mazón al frente, mientras refuerzan la percepción de apoyo a las víctimas y delegan responsabilidades en las autoridades centrales. Esta táctica de resistencia permite al partido ganar tiempo mientras planea los siguientes movimientos y considera la posibilidad de cambios a largo plazo.

Con el temor de una pérdida electoral si se adelantan los cambios, el PP intenta proyectar una imagen de estabilidad, confiando en que el tiempo y las medidas de reconstrucción mitiguen la percepción negativa de la gestión de Mazón. A pesar de las presiones, la dirección en Génova mantiene su postura de no tomar decisiones precipitadas, priorizando la cohesión interna y el control de los daños políticos.

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